Sí, así cual “pájaro que comió y voló” fue nuestro paso por Auckland. Tras haber comenzado con una explosiva vida de turista, en donde conocimos pequeñas porciones del centro (entre ellos la famosa “Sky Tower”), decidimos seguir adelante con nuestra nueva vida. Resulta ser que hubo intenciones de practicar lo que se dice “Turismo convencional”, pero como sucede habitualmente, el Universo suele configurar el curso de los acontecimientos en pos de algo mejor (o peor) y esta no fue la excepción...
En fin, sin más preámbulos ni misterios, lo concreto es que Auckland nos sirvió meramente como ciudad administrativa o de paso. Sabíamos que todos teníamos nuestro IRD Number, pero a Vero (por no haberle interesado nunca en su vida tramitar la licencia de conducir) le faltaba obtenerlo, así fue que por su culpa partimos en un extenso e insoportable viaje en colectivo hacia las afueras de la ciudad para conseguir aquello imprescindible para que ella trabaje. La ida pasó, pero la vuelta fue lo menos. Y acá vale aclarar la primera de las desmitificaciones que irán surgiendo en este viaje: El transito, por mas primer mundo, civilización, señales, semáforos largos, carriles exclusivos multicolores, conductores asignados y todo lo que se les pueda ocurrir (que seguramente exista en este lugar), a la hora pico es un infierno igual que en nuestra amada Buenos Aires. Es por ello que ese insignificante y a la vez fundamental trámite nos demoró todo el día. Y decimos todo el día porque acá, desafortunadamente, las jornadas terminan a las 7 de la tarde y a esa hora todos duermen. Para hormiguitas inquietas porteñas como nosotros, eso es de las peores cosas que nos pueden pasar.
Otro de los días teníamos planeado visitar el Museo de Arte Maorí. Pusimos mucho empeño en esa empresa. Actitud, concentración, paciencia, sentido común entre otras buenas aptitudes. Pero se volvió a entrometer el Universo para que nos perdiéramos por la ciudad y termináramos tomando mate en un parque cualquiera (Albert Park para los curiosos), jugando al “Jodete” y experimentado acrobacias.
Claro que las cosas se tenían que dar así, porque gracias a ello, volvimos más temprano de lo esperado al hostel y Nico conoció al antiguo dueño de Chuck, el “carpajer” (ampliaremos glosario) que nos lleva y trae a todos lados. Ah! Pero claro, compramos un auto y eso no lo había mencionado. Así es, tan fácil como comprar una coca en el quiosco. Vas al correo con el dueño del coche, haces la transferencia, pagas 9 kiwis al correo y es tuyo. Increíble pero cierto. Ahora, somos dueños de un flamante Subaru Laguna modelo 91, color azul, con tres ruedas, sucio y con olor a vaya uno a saber que del antiguo dueño.
Después de conocer a Matan, comenzaron las negociaciones y el estudio pertinente del mercado de autos para “backpackers”. Tras esta exhaustiva investigación llegamos a la conclusión que la mejor oferta la ofrecía el joven Israelí, aquel que Nico había conocido la noche anterior. Pero lamentablemente, esto sumado a los tramites relativos al auto y el insoportable transito de la hora pico, nos costó casi todo otro preciado día de Aukland. Finalmente, llegamos el majestuoso Museo de Arte Maori, (ubicado en un gigantesco parque llamado Auckland Domain, con vistas impresionantes de la ciudad) donde allí pasamos el resto de los 20 minutos que quedaban antes que cierren.
La noche: otro asunto pendiente. Asomamos las narices a un bar dentro de un hostel vecino, donde la mayor atracción fue ver a la señora de remera rosa, meneando y zarandeándose cual si fuera muñeco inflable de estación de servicio, llamando la atención de todos o, quizás de ella misma.
Sin embargo, no le dimos mucha importancia a este rubro ya que sabíamos que al otro día íbamos a partir y nos había quedado bastante por hacer en esta ciudad. Oh! Si! Ayer sábado nos fuimos de Auckland, con Chuck, hacia Te Puke. Nos fuimos porque conseguimos trabajo. Ya entraremos en detalle, solo adelanto que el trabajo es el sueño de toda persona, aquello por lo que luchó, transpiró y finalmente un día el Universo se lo concedió: Si, señoras y señores, les informamos que a partir de hoy (Domingo), nos encontramos empleados en una granja de kiwis, durmiendo en una caja con cuatro camas (literalmente) y haciendo lo que todo hombre desea: el “picking” o el “packing” (ampliaremos)
Solo queda hacer mención en lo largo que fue el día de ayer, donde partimos hacia Te Puke, buscando a un tal Santiago (conocido Facebook mediante) para ver de que se trataba el trabajo.
Hace falta mencionarles que les dejamos las fotos del "box" donde estamos viviendo!!!
Saluditos hasta otro feliz encuentro!!!!!